miércoles, 7 de octubre de 2009

Mis Abuelos

Corría el año 1929 (7 años antes del comienzo de nuestra memorable guerra civil). Mi abuelo tenía 6 años. Del mes y día no se acordaba ni mi abuelo, pero le gustaba mucho contar esta historia, así que por una vez más no pasa nada:
Solía hacer muchas trastadas. Si no las hacía no me divertía. Esta es una de ellas. Aquel día soleado mis padres, que tenían un bar, organizaran una comida. ¿Saben que árbol es un guindo? Si no lo saben no se preocupen, que yo se lo explico con una breve anécdota. Pues bien, la especialidad de mis padres era licor de guindas (fruto de este árbol). Mi hermano y yo estábamos jugando. Alrededor del mediodía, con los aperitivos tomados y ya en la comida, mi madre tiró las guindas, mojadas en alcohol, a la huerta. Se fue y a mi hermano y a mi no se nos ocurre nada mejor que tomárnoslas. Acabamos borrachos, sometidos a un sueño tan profundo que ni la bofetada de mi padre fue capaz de trastocar...

¿Os ha gustado? A mi me encantó porque conozco la personalidad de mi abuelo. ¿Cuento otra más? Encantado estaría mi otro abuelo de poder contarla. ¿Le dejamos? Venga, por otra más no pasa nada:
Corrían tiempos remotos, más o menos hace unos 60 años. Yo era joven no sobrepasaba los 10 años de edad. En mi pueblo todos teníamos amigos con los que pasárnoslo bien y jugar. Yo aparte de esos amigos tenía uno mayor, un vecino (50 años) que era especial. ¿Por qué? Veía visiones. Mucha gente ve visiones pero este siempre acertaba. En mi aldea el entierro y conducción del muerto se hacía por el mismo camino. Cierto atardecer el vio en sus visiones la conducción de un vecino muerto hacia el cementerio por otro camino diferente. Se lo contó a su mujer y la respuesta de esta fue que necesitaba ir a un psiquiátrico. Pues bien, una semana después este vecino que vio en sus visiones murió y el entierro fue por un sitio diferente porque el habitual estaba inundado.

Como veis no tengo ninguna de mis abuelas (las mujeres parecían ser mas santas). Estos niños eran divertidos con una mentalidad diferente y más traviesos. Una vez mi abuelo se fue enfadado porque lo habían castigado y lo hicieron subir a su cuarto. Abrió la ventana y se escondió simulando que se había escapado. La aldea de unos 30 habitantes estuvo buscándolo toda la tarde hasta que por la noche apareció sentado en la mesa para comer.

2 comentarios:

  1. Muy bien, John Silver. Tus relatos parecen contados al calor del fuego en un mundo sin televisión.
    Pero una pregunta: ¿con protagonistas "santos" no hay buenos relatos?

    Un saludo.

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